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La batería es esencial para poder poner en marcha el vehículo y que elementos eléctricos como las luces funcionen de manera óptima.
En el coche eléctrico, la batería tiene una gran importancia y representa un gran porcentaje de su coste. A diferencia de los vehículos convencionales, las baterías de los coches eléctricos se caracterizan por estar preparadas para experimentar un alto ciclado, es decir, muchas descargas y recargas.
La vida útil de la batería va a depender de varios factores, como las características de la propia batería. Sin embargo, la falta de revisiones periódicas o las temperaturas frías pueden acelerar su deterioro. Además de realizar un buen mantenimiento, cuando se sustituye la batería es recomendable comprobar el estado del alternador, pues si está en mal estado puede dañar la batería.
Tipos de baterías
Baterías de calcio
Están compuestas por unas placas de aleación de calcio. Esta composición contribuye a reducir la pérdida de fluido de la batería y a un ratio de auto-descarga más lento. La principal desventaja es que, si se sobrecargan, la batería puede sufrir daños.
Baterías de celdas húmedas
Emplean unas placas que se encuentran suspendidas libremente, estando aisladas unas de otras y con la placa negativa sellada en una zona independiente. El fluido de la batería permanecerá hasta el final de la vida útil de ésta.
Son las más comunes y económicas.
Baterías VRLA (Gel y AGM)
VRLA (Valve regulated lead acid) se refiere a las válvulas de seguridad que están en la caja de la batería. El líquido contenido en la caja está presurizado, lo que impide la pérdida de fluidos.
En este grupo encontramos dos tipos básicos:
Baterías de Gel: emplean un ácido gelificado y pueden resistir descargas profundas. Generalmente no son empleadas en aplicaciones de arranque, dado que las elevadas temperaturas que se producen en el compartimento del motor provocarían un aumento del volumen del gel, influyendo sobre la duración y prestaciones eléctricas de la batería.
Baterías AGM (“secas”): emplean un separador de fibra de vidrio que permite mantener el electrolito en su lugar, dando lugar a una resistencia interna muy baja. Es excelente para el arranque del motor, pues permite proporcionar mucha potencia de una batería pequeña.
Baterías de iones de Litio
Dentro de este grupo existen diferencias en función del óxido de litio que utilizan en el cátodo. Como son muy ligeras, son comunes para la alimentación de coches eléctricos. Presentan una eficiencia de recarga y ciclo de vida superiores a otras baterías utilizadas en vehículos eléctricos, mientras que su índice de descarga es ampliamente menor. Tienen un elevado coste.
Baterías de ciclo profundo
Utilizadas en los coches eléctricos, suministran energía durante un largo tiempo. Poseen unas placas más gruesas que permiten a la batería aumentar su capacidad de carga. No suelen utilizarse en vehículos debido a su alto ratio de descarga. Suelen ser caras.
Baterías de Plomo-Ácido
Pueden ser utilizadas en vehículos eléctricos y han sido empleadas durante mucho tiempo para arrancar los motores de combustión. Tienen un bajo coste y estandarización universal. Presentan buen comportamiento ante un rango amplio de temperaturas, así como una buena retención de la carga en el tiempo y buena potencia específica. Como principal desventaja, su capacidad de almacenamiento es solo de 40Wh/kg, una pobre densidad energética.
Baterías de Metal-Níquel
Se caracterizan por poseer una adecuada potencia específica y un largo ciclo de vida. Sin embargo, su coste es más elevado y presentan un alto índice de descarga en periodos de inactividad. Su capacidad de almacenamiento es de 60Wh/kg, inferior a la que ofrecen las baterías de Litio.
Imagen: pixabay