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Desde el 20 de mayo de 2018 está en vigor la nueva normativa que regula la Inspección Técnica de Vehículos en España. Entre las muchas novedades que incorpora la nueva legislación, se incluye un endurecimiento de las pruebas de emisiones contaminantes, así como de la electrónica del vehículo, ya que las estaciones de ITV tienen acceso a la unidad de control del vehículo, mediante equipos de diagnosis que pueden detectar, por ejemplo, si han sido anulados fallos de testigos (airbags…), o si la válvula EGR ha sido anulada.
Estos cambios ponen el acento en la mecánica del vehículo, si bien los conductores deben ser conscientes de que los defectos exteriores del vehículo también pueden provocar rechazos en la ITV. No en vano, el objetivo primordial de la Inspección Técnica de Vehículos ha sido desde su puesta en marcha en la década de los 80 del siglo pasado, garantizar unos mínimos en seguridad vial. Es decir, que ningún vehículo que circule por las carreteras suponga un riesgo para sí mismo o para los demás.
Y esto afecta también a su aspecto exterior. De hecho, el capítulo 2 de elementos comprobados en las inspecciones técnicas periódicas es el destinado al ‘Acondicionamiento Exterior. Carrocería y Chasis’.
En este sentido, el Manual de Procedimiento de las ITV establece que los vehículos deben estar construidos y equipados de forma que no tengan en su exterior, adornos u otros objetos con aristas salientes que presenten peligro para sus ocupantes o para los demás usuarios de la vía pública. En concreto, los órganos mecánicos y su equipo complementario deben estar construidos y protegidos de manera que durante su funcionamiento y utilización no constituyan peligro para las personas, aun cuando el vehículo esté detenido.
Así, todos los componentes de la carrocería y el chasis del vehículo deben encontrarse en buen estado en cuanto a su integridad y sujeción. Por tanto, la carrocería debe estar libre de defectos que puedan afectar a la integridad del vehículo o a la seguridad de las personas.
De este modo, la existencia de aristas vivas o cortantes, o de elementos sueltos o con fijación defectuosa con peligro de desprendimiento, o bien la inexistencia de algún paragolpes (delantero o trasero) son defectos considerados como graves y, por tanto, motivo de rechazo en la inspección técnica de vehículos. Incluso, la mera falta del tapón del depósito de combustible se considera defecto grave.
Esa acción vigilante de las ITV en cuanto al estado de la carrocería de los vehículos hizo que, en 2016, se detectaran 3,40 millones de defectos relacionados con la carrocería en el conjunto del parque de vehículos inspeccionado. De ellos, 2,87 millones presentaban un carácter leve, mientras 531.000 se correspondían con defectos graves, es decir, los que provocan que no se supere la inspección técnica.
En términos porcentuales, el año pasado se registraba un incremento del 7,3% en los defectos leves de carrocería frente a los datos de un año antes y una subida aún mayor, del 11,1% en el caso de los defectos graves. Unos incrementos aún más relevantes si cabe cuando en el periodo 2011-2015, los defectos leves ya habían aumentado un 42% y los graves, un 17%.
Por ello, es importante que el taller como prescriptor del mantenimiento responsable del vehículo, recomiende siempre a sus clientes la importancia de circular en todo momento con un vehículo en buenas condiciones, también en cuanto a su aspecto exterior.
Más teniendo en cuenta que, según datos de la patronal de las aseguradoras Unespa, los golpes de chapa presentan una tendencia al alza en los últimos años. En este sentido, cabe recordar que, en 2017, se produjeron 1,91 millones de accidentes leves de tráfico en España.
Este dato supone un incremento interanual del 3,14%, lo que significa el mayor número de incidentes de circulación sin heridos registrado desde el año 2010. Los datos, divulgados por la iniciativa Estamos Seguros de Unespa, fueron recabados por TIREA, la empresa informática encargada de gestionar la plataforma de liquidación de percances CICOS.
Según la patronal de las aseguradoras, los accidentes de tráfico leves, típicos del tráfico urbano, constituyen una magnitud que refleja la situación económica de un país. Así, en momentos de bonanza se producen más colisiones porque hay una mayor cantidad de vehículos circulando por las vías. Mientras, en años de crisis, ocurre lo contrario: la siniestralidad se reduce. Los golpes de chapa tocaron suelo en España en 2013 y desde entonces no han dejado de crecer. En aquel ejercicio, en comparación, hubo 1,73 millones de percances.
Por todas estas razones, es importante insistir a los automovilistas que no deben descuidar el mantenimiento de la carrocería de su vehículo y que deben reparar los golpes de chapa lo antes posible. No sólo los daños importantes sino también esos pequeños defectos que, a la larga, pueden ocasionar graves problemas de oxidación y corrosión, que acaben afectando gravemente a la propia estructura del vehículo. No en vano, la pintura de la carrocería del vehículo tiene esa función, más allá de la meramente estética.